Cuentos y adaptaciones
Fuente: www.linkmessh.com.
Reencontrándose
…Muchos años después, en un hermoso Palacio, jugaban en el jardín, dos hermosas doncellas. La más pequeña siempre buscaba lugares lejanos para que la hermana mayor no la
encuentre. Sucedió un día que
después de varias horas de búsqueda la
hermana mayor no la encontró, se asustó
y dio aviso a la abuela… la hermana menor había desaparecido. Todo el palacio salió
a buscarla… pero no había señales de la pequeña. Los aldeanos también acudieron en la búsqueda y solo encontraron en
el bosque trenzas de hilos dorados que
parecían cabellos.
…Y fue entonces
cuando la abuela de las niñas había de recordar aquella época remota cuando una anciana la había
separado de su amado y la había condenado a vivir en el
desierto. Pero no estaba sola iba a dar a luz
a gemelos. Su amado
al escarparse de la anciana se pinchó los ojos con la rama de un árbol y quedo ciego, deambulando por mucho tiempo. Pero la magia del amor, se hizo presente cuando el príncipe escucho cantar a Rapónchigo, y ella corrió a sus brazos y con
sus lágrimas limpio los ojos de su amado, y este volvió a ver la luz del día.
La abuela supuso que aquella anciana que aún no la había perdonado, había venido por una de sus nietas, y fue
directamente a la torre donde por mucho
tiempo estuvo cautiva. Le daba escalofríos, pero debía rescatar a su nieta.
Con el pasar de los años la torre no se veía tan alta, ni tan
sombría y entro muy lentamente…y vio con asombro como aquella anciana curaba
las heridas de su nieta. La pequeña doncella en su afán de que su hermana no la
encontrara, corrió y corrió. Se encontró con la torre y quiso treparla pero tiraba de
unos finos hilos dorados que se cortaban apenas ella jalaba y el viento se los llevaba, entonces cayó pesadamente
y se lastimo una de sus piernitas.
La anciana al ver a la
pequeña, ayudo con el mismo amor como había cuidado a aquella niña hace
muchos años, que solo quería protegerla del mundo, porque ella suponía que la vida era
muy dura e iba sufrir mucho. Y fue entonces que Rapónchigo entendió que a veces suponer, es dar por hecho algo sin
molestarnos en buscar pruebas para apoyar el razonamiento.
Y fue así que la anciana y la abuela de las doncellas que era Rapónchigo sanaron
sus heridas, se entendieron y fueron amigas hasta sus últimos días.
LM.JC
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